En 1924, encontramos a un descendiente de Juan Antonio del Portillo y de la
Sota, que lega su fortuna a Castro Urdiales. La fundación Barquín encarga un
edificio docente al arquitecto municipal bilbaíno, Ricardo Bastida,
con amplia trayectoria en el diseño de los Grupos Escolares, como los de
Mújica (1915) y de Indauchu (1915); poco después de proyectar el edificio en Castro,
se encargaba del nuevo Instituto y Escuela de Comercio de Bilbao (1926).